Fuente: Blok de Bid
¿Qué habilidades debe tener un bibliotecario en la actualidad? La American Library Association (ALA) intenta responder con la publicación de un informe vinculado al programa NILPPA (National Impact of Library Public Programs Assessment). Este programa recopila datos de bibliotecas de los Estados Unidos para entender y documentar las características, los públicos, los resultados y el valor de la gestión pública. En un primer momento, trabajó en nueve competencias básicas, pero gracias a la tarea de 12 personas referentes en el campo de las bibliotecas y de la educación bibliotecaria, ahora disponemos de un informe detallado que describe las necesidades formativas de los profesionales en activo.
Las conclusiones tienen utilidad tanto a la hora de la programación de los grados universitarios como de la formación continua de los profesionales.
El grupo de trabajo llegó, después de un interesante ejercicio de visualización de Retos y Oportunidades, a tres conclusiones que podemos extrapolar fácilmente a nuestra realidad más próxima:
- La falta de programas oficiales: existen oportunidades de formación especializada a corto plazo, pero pocos programas oficiales que incluyan habilidades financieras, creatividad o materias como las habilidades interpersonales.
- El desajuste de objetivos: los miembros del grupo de trabajo compartían la sensación que los programas de grado y los de formación continua tienen objetivos muy diferentes. Mientras que los cursos de formación contínua tienden a cubrir la realidad del día a día en las bibliotecas, los programas de grado se centran en los principios de la biblioteconomía.
- La pandemia de Covid-19: que refuerza la necesidad de formación en competencias digitales, haciéndolas extensivas a las nueve grandes áreas de partida del informe.
A continuación, el informe deja claro que el contenido que este propone no es una lista exhaustiva y que no todos los trabajadores de las bibliotecas deberían desarrollar estas habilidades.
Los contenidos que destacan y sobre los que se ofrecen recursos de la ALA, en cada uno de los apartados, son los siguientes:
- Conocimiento de programas: para ofrecer, gestionar o evaluar los programas bibliotecarios, según la función.
- Creatividad: para responder a los retos con innovación y flexibilidad.
- Evaluación: uso de estadística y de herramientas cualitativas para medir el impacto en la comunidad, incluidas las más desfavorecidas y utilizándola para mejorar la gestión de los programas.
- Planificación de acontecimientos: planificación, gestión y organización de acontecimientos apropiados y accesibles para diferentes audiencias.
- Habilidades financieras: vinculadas a la gestión presupuestaria, el fundraising, la gestión financiera de programas y la colaboración con agentes externos.
- Habilidades interpersonales: comunicación efectiva y adecuada entre instituciones colaboradoras y audiencias, formación en mediación, consultoría y apoyo en los programas.
- Conocimiento de la comunidad y divulgación: comprensión de las comunidades mediante los programas con sus particularidades e intereses, asegurando el acceso a una amplia variedad de programas para todos los miembros de la comunidad, especialmente los más desfavorecidos.
- Marqueting: conocimiento de las herramientas digitales y analógicas de comunicación e información que aseguren que los programas llegan a su público potencial.
- Habilidades organizativas: para una gestión más eficiente y efectiva del tiempo a múltiples niveles: individual, institucional y en colaboración con agentes externos.
A parte de ofrecer recursos digitales para cada uno de estos nueve apartados, el informe incluye uno de muy interesante sobre recursos generales dentro del marco de la ALA.
Las recomendaciones que se extraen del documento pasan por: a) Avanzar en la creación de oportunidades de desarrollo profesional, con un enfoque más específico en reforzar las habilidades interpersonales, la creatividad y la comprensión de la importancia de hacer intercambios en el trabajo de la biblioteca; b) Explorar vías de formación adicionales a través de otras instituciones bibliotecarias y c) Buscar la adhesión de los programas de grado bibliotecarios acreditados a través de las siguientes estrategias: hacer una encuesta a los graduados recientes sobre su nivel de preparación para sus lugares de trabajo; compartir información y organizar encuentros en las comunidades de prácticas y publicar en revistas que lee el profesorado de la biblioteca; apostar por la programación pública como aspecto fundamental de la biblioteconomía; y establecer relaciones con los acreditados.
Las autoras del informe también facilitan el contraste de los resultados con 40 profesionales en activo que respondieron su encuesta.
Algunos de los comentarios de estos trabajadores son:
Los bibliotecarios necesitan formación sobre su bienestar y cómo mantener su trabajo sin toxicidad y presiones. Más inteligencia emocional, comunicación no violenta y mindfulness.
Todas estas competencias son clave para una programación exitosa aunque la mayoría se adquieren en el lugar de trabajo en lugar de una formación formal. La creatividad y la resolución de problemas son difíciles de enseñar formalmente. Estos se pueden abordar mejor mediante la mentoría/aprendizaje.
La implicación de la comunidad en la creación/planificación del programa puede ser tan importante como el conocimiento de la comunidad. Sin duda, debería sustituir el conocimiento del contenido, al menos en bibliotecas públicas.
Se trata de un informe de carácter innovador, práctico, lleno de recursos adecuados para todo tipo de profesionales de las bibliotecas, adaptado a los momentos de pandemia y que se aleja de discursos complacientes para poner en evidencia unas carencias formativas urgentes.